EFEMERIDE | Eduardo Galeano: Los hijos de los días

 Mayo

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La incombustible

La Signora Girardelli, hacedora de prodigios, dejó bizco al público europeo, allá por el año 1820.

Ella acariciaba sus brazos con velas encendidas, bailaba descalza sobre la hoguera y la revolvía con sus manos, se sentaba sobre hierros que humeaban al rojo vivo, se bañaba en llamas, hacía buches de aceite hirviente, tragaba fuego, mascaba brasas y las escupía convertidas en libras esterlinas… Y al cabo de tan ardientes exhibiciones, mostraba su cuerpo invicto, su piel del color de la nieve, y recibía ovaciones. 

—Son trucos —decían los criticones.

Ella no decía nada.