VUELTA A CLASES | Recursos para sanitizar y distanciamiento, los puntos débiles de la presencialidad plena

No todas las escuelas correntinas pudieron garantizar el regreso seguro a las aulas. Algunos establecimientos apostaron por un periodo de transición, antes que el abandono total del sistema de burbujas. 


La iniciativa de apostar por la mayor presencialidad en las instituciones educativas tuvo adhesiones dispares en Corrientes.  La limitación de infraestructura para mantener el distanciamiento y el acceso a recursos de sanitización, los fundamentos de directivos.

Si bien algunas escuelas de Capital, en su mayoría dentro del casco céntrico, pudieron garantizar el regreso de los segundos ciclos de ambos niveles, la realidad dispar de otros establecimientos aplazó la decisión ministerial.

El Litoral dialogó con directivos de establecimientos públicos para conocer cómo afrontaron la jornada de ayer, el día clave que prometía mayor presencialidad en las aulas.

En el caso de la escuela Industrial, su directora Griselda Morales reconoció que la medida “los tomó por sorpresa” y que en este establecimiento el regreso será escalonado.

“Teníamos guardados muchos bancos por el tema del espacio. Solo volvimos con el 4to. año, que son cinco divisiones”, contó. 

“Trataremos de mantener cierta distancia pero es imposible con una matrícula de 1.500 alumnos. Hubo mucho descontento por parte de los docentes porque no se puede respetarla”, admitió Morales.

“No podemos hacer que estén todos y garantizar un trecho de 90 centímetros entre los alumnos, estamos con el último recurso del medio metro porque tenemos cursos de entre 34 y 40 alumnos”, explicó.

En el caso de la escuela Iberá, la mayor presencialidad solo la pudieron garantizar para los primeros años durante esta semana.

El director Hugo Villareal compartió con este medio que solo en las divisiones de los primeros años pudieron transformarla en un sola burbuja.

“El viernes tenemos una reunión con el Consejo Consultivo para evaluar cómo seguir. Por el tamaño de nuestros salones, en base a los metros cuadrados, no podemos poner en riesgo a docentes y estudiantes”, afirmó.

“Estamos viendo cómo hacer para implementar, más allá de la política. Los rectores somos los responsables y fundamentaremos ante las autoridades sobre nuestras posibilidades reales. Tentemos que ser prudentes”, señaló.

Villareal recordó que la resolución ministerial indica que la mayor presencialidad tiene que darse si hay condiciones edilicias: “Nosotros nos encontramos en obras, hay baños que no están habilitados”.

El directivo dijo que no hay falta de voluntad para avanzar en la presencialidad pero que “hay que evaluar el costo de cumplir la normativa y tratar de hacerlo de forma inteligente. Consideraremos en los próximos días bajar las burbujas de tres a dos si se pueden dar las condiciones porque la pandemia no se termina por decreto”.

Consultado por los recursos para sanitizar, Villareal admitió que no sobran y que son los docentes que deben acudir con su propio alcohol y que solo contados alumnos pueden permitírselo, por las dificultades económicas que atraviesan las familias de la población estudiantil a la que atienden. Una situación de similares características se vive en la Escuela Nº 7. El establecimiento tiene una matrícula menor que permite alternar las burbujas: “De un mismo grado, asisten 3 horas y media cada uno”.

Sin embargo, la dificultad se ve en el acceso a los recursos para garantizar la higiene: “Es un problema todos los días porque los recursos no alcanzan. Solo mandaron algunos elementos que duraron una semana cuando se viralizó que no dábamos clases porque no teníamos termómetro”, explicó Lezcano.

“La presencialidad plena es un imposible porque los recursos no alcanzan y no se podría respetar el protocolo”, consideró.        


(Litoral)