EFEMERIDE | Eduardo GAleano: Los hijos de los dias

Enero

3

La memoria andante

En el tercer día del año 47 antes de Cristo, ardió la biblioteca más famosa de la antigüedad.

Las legiones romanas invadieron Egipto, y durante una de las batallas de Julio César contra el hermano de Cleopatra, el fuego devoró la may or parte de los miles y miles de rollos de papiro de la Biblioteca de Alejandría.

Un par de milenios después, las legiones norteamericanas invadieron Irak, y durante la cruzada de George W. Bush contra el enemigo que él mismo había inventado se hizo ceniza la may or parte de los miles y miles de libros de la Biblioteca de Bagdad.

En toda la historia de la humanidad, hubo un solo refugio de libros a prueba de guerras y de incendios: la biblioteca andante fue una idea que se le ocurrió al Gran Visir de Persia, Abdul Kassem Ismael, a fines del siglo diez.

Hombre prevenido, este incansable viajero llevaba su biblioteca consigo. Cuatrocientos camellos cargaban ciento diecisiete mil libros, en una caravana de dos kilómetros de largo. Los camellos también servían de catálogo de obras: cada grupo de camellos llevaba los títulos que comenzaban con una de las treinta y dos letras del alfabeto persa.