Con carteles que dicen “Dina Boluarte asesina, renuncia”, “Elecciones este año” y “Cierre del Congreso corrupto”, una movilización popular repudia los 50 muertos por la represión. Hubo enfrentamientos y un gran incendio.
Desde Lima
“Dina asesina,
el pueblo te repudia”, coreaba una bulliciosa multitud que este jueves se
manifestó por las calles de Lima: la consigna se escuchó en distintas ciudades
del país. Con banderas peruanas --varias con el color negro reemplazando las
franjas rojas en señal de duelo por las víctimas de la represión-- miles de
personas tomaron las calles del centro de la capital. La jornada de protesta
comenzó alrededor del mediodía y se prolongó hasta la noche. La policía que
había tomado el centro de la ciudad reprimió la protesta. Hubo enfrentamientos
entre policías y manifestantes, que continuaban al cierre de esta nota. En
medio de esos choques, en la noche se desató un gran incendio en un viejo
inmueble del centro histórico, cerca de la Plaza San Martín, centro de la
movilización. Las llamas se alzaban varios metros, el humó comenzaba a cubrir
la zona. El inmueble estaba vacío, pero los vecinos de lugares cercanos
tuvieron que evacuar con lo que se podían llevar rápidamente ante la
posibilidad que el fuego se extienda. Había desesperación. Al cierre de esta
nota no se había informado la causa del incendio.
Muchos
manifestantes aymaras llegados desde la altiplánica región de Puno agitaban la
bandera wipala de los pueblos originarios. También se levantaban carteles y se
coreaban consignas exigiendo la renuncia a la presidencia de Dina Boluarte,
además de elecciones para este año, repudio al Congreso que controla la
derecha, pedidos de una Asamblea Constituyente y sanción a los culpables por
los muertos de la represión. Otros manifestantes exigían también la libertad de
Castillo.
Una lenta
masacre popular
En medio de las
multitudinarias protestas antigubernamentales en la mayor parte del país, dos
muertes más se sumaron a la negra lista de la represión. En la provincia de
Macusani, en la región de Puno, la campesina Sonia Aguilar murió el miércoles
de un balazo en la cabeza, disparado por la policía. Hubo varios heridos, uno
ellos, Salomón Valenzuela, que recibió un impacto de bala en el tórax y murió
este jueves.
Ya suman más de
medio centenar los fallecidos por la represión, de los cuales 44 han muerto por
disparos de las fuerzas de seguridad. El gobierno y la derecha parlamentaria y
mediática respaldan a las fuerzas de seguridad denunciadas por disparar contra manifestantes
y criminalizan a quienes se movilizan exigiendo la renuncia de Boluarte,
acusándolos de “violentistas” y “terroristas”.
En la noche del
jueves, mientras los enfrentamientos entre policías y manifestantes en el
centro de Lima continuaban, y ya se conocía de un muerto en Arequipa, la
presidenta Boluarte dio un mensaje en el que calificó el comportamiento de la
policía como “inmaculado”. Habló de “protestas violentas” y acusó a los
manifestantes de querer “generar caos y desorden para tomar el poder” y de
buscar “quebrar el estado de derecho”. En referencia a las acciones de protesta
contra su gobierno, señaló, en tono amenazante, que “los actos de violencia
generados en diciembre y enero no quedarán impunes”. Pero no dijo una palabra
sobre los muertos por disparos de las fuerzas de seguridad, a las que volvió a
respaldar, y las demandas para que no queden impunes. Sobre esa letal violencia
oficial que ha causado las muertes que han indignado a la población que
protesta no habló de sanción. Una confirmación que el gobierno apuesta a la
impunidad de las fuerzas de seguridad que han disparado contra manifestantes.
Las
movilizaciones de este jueves en la capital, las principales ciudades del país
y provincias, se realizaron durante una jornada de paro nacional convocado por
la Central General de Trabajadores del Perú (CGTP) --la principal central
sindical del país-- y organizaciones sociales. Y continúan los bloqueos de
rutas.
La "toma de
Lima"
La jornada tuvo
como eje una gran marcha en Lima, que está bajo estado de emergencia y amaneció
el jueves con las principales plazas y calles del centro de la ciudad cercadas
por contingentes policiales. El Palacio de Gobierno y el Congreso fueron
rodeados por policías y tanquetas. Según información oficial, el gobierno
movilizó 11.000 policías en la ciudad para seguir la marcha de protesta,
quienes lanzaron bombas lacrimógenas contra grupos de manifestantes. Los
choques entre policías y manifestantes se repitieron durante toda la jornada y
se intensificaron en la noche. La policía lanzaba bombas lacrimógenas, grupos
de manifestantes respondían arrojando piedras, botellas y adoquines que
desprendieron de las veredas.
A la capital
llegaron miles de pobladores desde distintas regiones –en especial andinas--
para concentrarse en una masiva movilización en el centro político y económico
del país con una marcha llamada “la toma de Lima”. Se movilizaron durante días
en caravanas de camiones y buses con multitudinarias despedidas en su lugar de
origen. En los pueblos por los que iban pasando eran recibidos con aplausos,
gritos de aliento y donaciones de agua, frutas y alimentos.
Los
manifestantes que llegaron a la capital desde el interior del país salieron a
las calles desde el mediodía de este jueves. Se alojaron en dos universidades,
locales de organizaciones sociales y casas de familiares y se dirigieron
caminando hacia el centro de la ciudad, juntándose en el camino. Después se
sumaron pobladores de Lima. No hubo una dirección unificada y distintos grupos
se movilizaron cada uno por su lado, dispersando la multitud por diferentes
calles del centro de Lima.
"Dina
Boluarte asesina"
En una banderola
se leía “Dina Boluarte asesina renuncia. Elecciones este año”. En otra, “Cierre
del Congreso corrupto”. Una mujer llevaba un cartelón con la foto de la
presidenta con la inscripción “DiNazi”. En otro se había escrito “Dina
Balearte”. Mientras caminaban por el centro de la ciudad, bajo la amenazante
mirada de un gran número de policías, la multitud coreaba “Perú, te quiero, por
eso te defiendo”.
“No habrá
democracia, no habrá paz, si la señora Boluarte no escucha al pueblo que exige
su renuncia”, declaró a Página/12 el secretario general de la CGTP, Gerónimo
López. Todos los manifestantes consultados coincidieron en que además de
Boluarte, tiene que renunciar el titular del Congreso, a quien en caso de que
dimita la presidenta, le tocaría reemplazarla: es el ultraderechista general en
retiro José Williams, acusado de violaciones a los derechos humanos contra
campesinos en los años 80, una figura inaceptable para las multitudes que se
movilizan en el país. “La lucha seguirá si renuncia Boluarte y Williams se
quiere quedar. Él también tiene que irse”, dicen en coro los manifestantes.
Un dialogo a los
tiros
Boluarte ha
propuesto un diálogo con quienes llegaron a Lima para exigir su renuncia, pero
al mismo tiempo dijo que sus demandas son “inviables” y los ha acusado de
“querer quebrantar la institucionalidad del país”. Leonela Labra, estudiante de
historia y presidenta de la Federación de Estudiantes del Cusco, le responde:
“Desde el primer día de su gobierno nos ha criminalizado, ha asesinado a
nuestros compañeros que han salido en su justo derecho a manifestarse en contra
de este gobierno. Cómo la señora Boluarte dice querer dialogar, cuando están
apuntándole con un arma a nuestros compañeros, cómo se puede llamar a un
diálogo cuando ponen un arma sobre nuestras cabezas. En esas condiciones no se
puede dialogar con este gobierno”.
El llamado a una
Asamblea Constituyente es otra exigencia que se escucha con fuerza en las
calles. “Tiene que haber referéndum para que el pueblo decida si quiere o no
una Asamblea Constituyente. Porque los congresistas se oponen a esa salida
democrática”, señala Leonela. Una reciente encuesta indica que 69 por ciento
respalda una Asamblea Constituyente.
De Cusco a Lima
La abogada
Florencia Fernández también llegó desde el Cusco para protestar en Lima.
“Venimos de una ciudad histórica como el Cusco donde consideramos que el grito
libertario de Túpac Amaru no ha concluido. A la presidenta le dicen ‘Balearte’
porque usa las balas antes que la palabra. Ella dice que es la primera mujer
presidenta del Perú, nosotras le decimos que ella no es un orgullo para las
mujeres porque ha matado a nuestros hijos”. Hace una pausa y agrega: “Que sepa
la prensa internacional que mi patria está al borde de una guerra civil por
esta clase política que lo único que ha hecho es destrozar la democracia”.
Eugenio Allcca
es un agricultor de Apurímac, la tierra de Dina Boluarte. “Ella es una asesina,
tiene las manos manchadas con la sangre de más de cincuenta peruanos, no nos
representa, es una vergüenza para los de Apurímac”, dice con una indignación
que se hace más notoria cuando responde sobre las acusaciones de terroristas
del gobierno contra los manifestantes. “Nos tildan de terroristas,
narcotraficantes, nos dicen campesinos ignorantes, somos el pueblo que está
luchando para reclamar sus derechos. Aquí no hay terroristas, el verdadero
terrorismo está en el Estado. Hay que seguir esta lucha con fuerza, no hay que
tener miedo”.
En opinión de
Svetia Fernández, de la Asamblea Regional de los Pueblos de Tacna, región
fronteriza con Chile, lo que se está viviendo en el Perú “es un momento
histórico, un hito para la lucha popular de nuestro país, donde las clases más
oprimidas, que han sido relegadas durante muchos años, se manifiestan después
de todos los atropellos que se han cometido a lo largo de la historia”
La profesora
Olga Mamani, venida desde la sureña región de Moquegua, dice que “la muerte de
nuestros compatriotas nos ha causado un dolor intenso que ha hecho que nos
movilicemos. Queremos paz con justicia. Este es un momento histórico que tiene
que ser de triunfo”.
Estas son las
voces que protestan, las voces que los grandes medios peruanos, donde desfilan
políticos, analistas y exmilitares que criminalizan la protesta y piden más
represión, ocultan. Un manifestante grita: “El ´terruqueo´(acusaciones falsas
de terrorismo) no nos va a detener”. Otro lo sigue: “El pueblo somos la mayoría
y la mayoría va a ganar”.
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