EFEMERIDE | Eduardo Galeano: Los hijos de los días

 Mayo 7 

Los aguafiestas 

En 1954, los rebeldes vietnamitas propinaron tremenda paliza a los militares franceses en su invulnerable cuartel de Dien Bien Phu. Y al cabo de un siglo de conquistas coloniales, la gloriosa Francia tuvo que salir corriendo de Vietnam. Después, fue el turno de los Estados Unidos. Cosa de no creer: la primera potencia del mundo y de todo el espacio sideral sufrió también la humillación de la derrota en este país minúsculo, mal armado, poblado por pobres muy pobres. Un campesino, lentos andares, palabras pocas, encabezó estas dos hazañas. Se llamaba Ho Chi Minh, lo llamaban el tío Ho. El tío Ho se parecía poco a los jefes de otras revoluciones. En cierta ocasión, un militante volvió de una aldea y le informó que no había manera de organizar a esa gente: —Son unos budistas atrasados, se pasan todo el día meditando. —Vuelva y medite —mandó el tío Ho.