EFEMERIDE | Eduardo Galeano: Los hijos de los dias

 Julio

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La otra luna

Los astronautas no fueron los primeros en llegar.

Mil ochocientos años antes, Luciano de Samosata había visitado la luna. Nadie lo vio, nadie lo creyó; pero en lengua griega, él lo escribió.

Allá por el año 150, Luciano y sus marineros se echaron a navegar desde las columnas de Hércules, que estaban donde ahora está el estrecho de Gibraltar, y una tormenta atrapó la nave y los subió al cielo y los arrojó a la luna.

En la luna, nadie moría. Los viejos muy viejos se disolvían en el aire. Los luneros comían humo y transpiraban leche. Los ricos vestían ropas de cristal; los pobres, ropa ninguna. Los ricos tenían muchos ojos y los pobres, uno o ninguno.

Los luneros veían, en un espejo, todo lo que los terrestres hacían. Mientras duró la visita, Luciano y sus marineros recibieron, día tras día, las noticias de Atenas.