En el equipo del postulante de Unión por la Patria destacan el entusiasmo militante y la mística de "abajo hacia arriba" que sostienen a Grabois. Aspiran a llegar al 7 por ciento de los votos en las primarias, a combatir el ausentismo electoral y a influir en las propuestas de Sergio Massa con una agenda popular.
"Nosotros estamos para condicionar a Unión por la Patria",
insiste Juan Grabois cuando lo quieren correr con que su candidatura solo sirve
para contener el voto K que no acepta a Sergio Massa, y en su equipo de campaña
lo repiten como un mantra. Silvestre, artesanal y autodidacta, la campaña del
candidato de no-unidad del oficialismo encara una carrera enrevesada hacia el
13A: concientes de la imposibilidad de ganar la interna -aunque nunca lo dirán
en público-, militantes y referentes se entusiasman con un batacazo de más de 7
puntos que funcione como condicionamiento de una futura candidatura de Massa, primero,
y de un gobierno de UxP, después. Encadenando recorridas en el conurbano -donde
mejor mide- con cumbres sectoriales -como la CGT- y simbólicas -como Evo
Morales-, Grabois busca disputarle la agenda a su competidor interno y,
fundamentalmente, apelar a ese electorado descontento que amenaza con no ir a
votar. El ausentismo es, después de todo, el gran temor hoy del peronismo, y
desde Patria Grande advierten que Grabois, más que una amenaza, podría ser la
solución.
En el búnker de campaña de Grabois, ubicado en Estados Unidos al 700,
predomina un entusiasmo febril. No son muchos todavía, ya que el equipo se
acaba de mudar al edificio, pero la mayoría de quienes pululan por las oficinas
de San Telmo son jóvenes de entre 20 y 40 años. "Plata y miedo no tuvimos
nunca", suele repetir el precandidato presidencial en sus recorridas y
apariciones televisivas, y la consigna se hace carne en el cuartel general de
la lista "Justa y soberana", en donde casi todo el financiamiento
proviene de pequeños aportantes. Las oficinas fueron cedidas por Unión por la
Patria, pero eso es todo: los recursos, los equipos técnicos y los fierros
comunicacionales son todos del Frente Patria Grande. Es decir: todo "a
pulmón" militante (como les gusta resaltar). Desde el equipo de comunicación
hasta el de finanzas, desde el equipo de fiscalización hasta el de organización
territorial. Hay, a su vez, todo un equipo orientado a la impresión de boletas.
"Con tres escarbadientes hacemos esto", sacan pecho en el bunker.
El objetivo es hacer de la debilidad -de aparato, de recursos, de respaldo
político- un valor. Es una mística de "abajo hacia arriba" que se
nutre de las adhesiones que llegan a través de las redes sociales y WhatsApp,
con jingles, afiches propios y videos, así como también ofertas para fiscalizar
de todas las provincias del país (en la mayoría de las cuales, hasta hace unos
meses, Patria Grande no existía). "Hoy tenemos comandos de campaña en las
24 provincias", se entusiasman en el armado de campaña, cuyo coordinador
general es el diputado Itai Hagman. Es una mística que, a su vez, busca
contrastar con el apoyo "resignado" de ciertos sectores peronistas a
la candidatura de Massa. "Acá está el entusiasmo que no está del otro
lado", repiten en las huestes que cantan "Juangra presidente".
Las encuestas que pasan por las mesas de Hagman, Grabois y su compañera de
fórmula, Paula Abal Medina, les dan entre un 2 y un (optimista) 10 por ciento.
En donde mejor miden es en el conurbano y allí es donde el equipo de campaña
concentra las recorridas. En las actividades, Grabois camina junto a
intendentes camporistas, como Mayra Mendoza (Quilmes) y Leonardo Boto (Luján),
o peronistas K, como Jorge Ferraresi (Avellaneda). Ha participado, incluso, de
actos con el gobernador Axel Kicillof. Todos los votos suman y a ningún
intendente se le escapa que el líder del MTE tiene cierto nivel de conocimiento
y, por lo tanto, puede traccionar votos para sus boletas. En estos encuentros,
Grabois les pide una sola cosa: que "cuiden" las dos boletas presidenciales
de UxP.
El líder del MTE busca, constantemente, sacarse de encima el estigma de que
la suya es una candidatura de "contención": contención para el
kirchnerismo paladar negro, contención para el votante progresista que podría
terminar votando a la izquierda, contención para el cristinismo que quedó
molesto por la forma que se bajó intempestivamente la candidatura de Eduardo
"Wado" de Pedro. En su entorno insisten en que la candidatura de
"Juan XXIII", además de funcionar como dique contenedor del voto K,
permite "pescar afuera de la pecera". Se imaginan atrayendo al
electorado joven y de clase baja/media empobrecida, enojado con la clase
política, que hoy se siente interpelado por Javier Milei. O ese electorado que,
directamente, no piensa ir a votar a las PASO. "Si Juan no estuviera,
sería peor el ausentismo", deslizan.
En contra de la idea de "contención", Grabois esgrime que la suya
es una candidatura de "condicionamiento". "Queremos condicionar
con un programa popular. Y quiero decirle a mi rival, Sergio Tomás Massa, que
si quiere que la gente que nos acompañó lo milite, tiene que haber un programa
de Tierra, Techo y Trabajo", suele repetir el líder social. Distribución
de los ingresos, declaración del litio como recurso estratégico, modificación
del acuerdo con el FMI, impuesto a la vivienda ociosa: el precandidato de
no-unidad de UxP apuesta a instalar una agenda alternativa con la expectativa
de que la misma forme parte del debate electoral de cara a octubre. "No va
a ser necesario porque voy a ganar yo", suele repetir, entre risas, el
propio Grabois. Pero en su equipo son concientes de que el rol que les cabe es
el de condicionar una futura candidatura (o gobierno) de Massa.
Pese a algunos fuegos de artificio -como la crítica que Grabois le había
hecho a Massa por participar del almuerzo con la Sociedad Rural-, predomina una
lógica de internismo con "fair play", atentos a diferenciarse de la
guerra descarnada que protagonizan les presidenciables de Juntos por el Cambio.
Hubo una decisión política de Cristina Fernández de Kirchner de que Grabois
pudiera competir en todo el país sin grandes obstáculos, lo que llevó a que,
por ejemplo, no tuviera que presentar candidatos propios en el resto de las
boletas. Si bien en el equipo de Grabois señalan la existencia de algunas
maniobras para perjudicarlos -como llamadas a gobernadores para que no
participen en actos junto al líder del MTE-, saben que forman parte de la
idiosincrasia de una interna.
Sí molesta, en cambio, la premisa difundida desde las usinas del massismo sobre
la importancia de que el ministro de Economía sea el candidato más votado
individualmente en las PASO. "Esa es una bala que entra", reconocen
en el armado de Grabois, donde se ilusionan con alcanzar al 7 por ciento de
votos. Pero, en simultáneo, observan que será muy difícil que UxP puede ganar
las elecciones en octubre. "Sería un milagro", reconoce un dirigente.
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