Los tres especialistas analizan en cuatro puntos los posibles efectos del proyecto del ultralibertario que busca terminar con la obligación y gratuidad en las escuelas.
Javier Milei
propuso terminar con la obligatoriedad de educación y establecer un sistema de
vouchers para que los padres manden a sus hijos a escuelas que compitan entre
sí. Convocados por Página/12, la pedagoga Adriana Puiggrós, Alberto Sileoni
-ministro de Educación bonaerense- y Gustavo Oliva -exrector del Colegio
Nacional de La Plata- repasan las principales afirmaciones del candidato
presidencial de ultraderecha, para anticipar hacia dónde llevarían tales
propuestas. En la nota, agrupados en cuatro puntos, puede leerse el ideario
educativo de Milei, seguido de las opiniones de Puiggrós, Sileoni y Oliva.
El candidato de
La Libertad Avanza expuso sus ideas sobre la primaria y el secundario en un
reportaje en radio Mitre. Empezó con el planteo de que en la Argentina el
sistema educativo “es un desastre” porque “el Estado no da ningún buen
servicio, es un Estado fallido, todo lo hace mal”. Luego pasó a que la solución
es que el Estado reparta vouchers “para que el que quiera estudiar vaya a la
institución que quiera” -aquí citó al economista austríaco Friedrich Hayek,
padre del neoliberalismo-; Milei aseguró que así las instituciones “van a
competir y van a tener que ser buenas”. Finalmente, remató con que la escuela
primaria y secundaria no deben ser obligatorias.
Vamos paso a
paso con sus argumentos y las refutaciones.
1- “Gratis no
hay nada, no existe tal cosa como un almuerzo gratis, alguien lo tiene que
pagar. Hay que cambiar el sistema porque como está no funciona. Hay un Estado
fallido y podemos proponer métodos para que la educación se parezca al
mercado”, sostuvo el candidato en la entrevista.
“Por supuesto
que nada es gratis y alguien lo tiene que pagar, pero si hay algo que
distinguió a la Argentina es la gratuidad de los servicios educativos,
inclusive la baja del arancelamiento universitario, en la época de Perón, que
hizo a la universidad gratuita, fue una de las conquistas más importantes en
toda latinoamérica”, replica Gustavo Oliva.
Sileoni señala
que “la gratuidad y la obligatoriedad tienen relación”. “Me parece que los
dichos de Milei son disruptivos, que no tienen la categoría de programa ni se
pueden llevar a la práctica. Por empezar, la Constitución garantiza el derecho
a la educación gratuita y también tenemos una Ley Nacional de Educación que
dice que la educación es un bien personal y social garantizado por el Estado.
Desde ahí se puede hacer una primera reflexión, que sería quizás la menos
importante, correrlo a Milei con la norma, aunque también la norma para algo se
hace. Pero también hay argumentos políticos, éticos e históricos. La Argentina
no es cualquier país, ya Belgrano hablaba de la educación a cargo del Estado,
de acercar las escuelas a la gente, a los que menos tenían. Los caudillos
federales impulsaron una educación para todos, incluso sectores con los cuales
discutimos, como el roquismo o Sarmiento, en algún sentido inventaron el
concepto de escuela. Milei desconoce una historia profunda que tiene nuestro
país, que relaciona a la política con la pedagogía y la democratización. Pero
como estos personajes neoliberales no tienen historia, o al pasado no lo pueden
exhibir porque es un pasado absolutamente vergonzante, para ellos pareciera que
el país empezó hoy. La Ley de Educación argentina, que estableció la educación
gratuita, es de 1884 y Brasil abolió la esclavitud en 1888. Esas son las
diferencias del país que tenemos. Y después vino el yrigoyenismo y después el
peronismo, que multiplicó por diez el presupuesto educativo y llenó la
universidad, pasó de 40 mil estudiantes la universidad a casi 150 mil por la
gratuidad”.
2 - “Lo que
tenés que hacer es repartir vouchers. Nadie se va a quedar sin educación si
repartís vouchers”, sostuvo Milei.
Adriana Puiggrós
elige hablar de este punto. “La primera cuestión es cómo harían los padres para
elegir escuela, porque no todas las familias están en iguales condiciones para
elegir. Tomando un aspecto como la calidad, nos encontramos con que las
personas tienen definiciones distintas respecto a lo que quiere decir calidad”,
plantea la especialista en Educación. “Lo que está proponiendo Milei es que lo
regule el mercado, mediante la oferta y la demanda; esto inhabilita la
responsabilidad del Estado y los acuerdos sociales que son indispensables para
convivir, los acuerdos sobre cómo educar a las generaciones para el futuro. Por
ejemplo, las escuelas deben enseñar la Constitución y las leyes, pero Milei
considera que esto ataca la libertad; con lo cual la idea de que con los
vouchers cada familia pueda elegir cualquier escuela y que cada escuela pueda
enseñar lo que decida –esa es la idea de libertad de Milei– implica que no
solamente habría un retiro del Estado en la planificación educativa, sino que
también afectaría a las escuelas privadas, en la medida en que las decisiones
no serían tomadas por conducciones pedagógicas sino por la ley de oferta y de
demanda del mercado”.
3- “La
competencia entre escuelas elevaría la calidad del sistema educativo”, dijo el
candidato de La Libertad Avanza.
Puiggrós lo
refuta: “La competencia entre escuelas no produce un mejoramiento de la educación
para el conjunto de la sociedad, sino una mayor concentración de la inversión
educativa en los sectores más pudientes. Las escuelas no mejorarían sino que,
tal como está ocurriendo en la sociedad neoliberal, habría una mayor
concentración de la riqueza material y también de las posibilidades de adquirir
la cultura en los sectores más ricos”.
Oliva coincide
con ella: “¿Qué competencia puede haber entre una escuela que tiene una
relación docente alumno baja y otra que tiene 40 alumnos en un aula, o entre
una escuela con edificios muy superiores con otra que no?”, se preguntó. “Esta
competencia sería altamente negativa no solamente para los sectores sociales
bajos, sino también para los sectores medios”.
4 - Sobre
eliminar la obligatoriedad de la educación, Milei aseguró que “el sistema de la
obligación no funciona” y blanqueó que para él la educación primaria y
secundaria no deben ser obligatorias con una pregunta: “¿Vos estarías dispuesto
a ponerle la pistola en la cabeza a la gente para que haga algo?”
Sileoni
desmiente que el sistema de educación gratuito y obligatorio no funcione, y
ofrece datos: “En los últimos 40 años pasamos de 7 años de obligatoriedad a 14.
Hace 40 años había un 60 por ciento de los chicos en sala de cinco y hoy son el
95 por ciento. Hace 40 años el 60 por ciento de los pibes ingresaban a la
secundaria - ya entonces teníamos el problema de que egresaban mal, como ahora-
mientras que hoy tenemos casi el 95 por ciento de los pibes en la secundaria.
La obligatoriedad funciona -remarca-, tenemos una enorme cantidad de chicos que
son primera generación de estudiantes secundarios. Si funciona la
obligatoriedad, si los sectores más vulnerables pueden mandar a sus hijos a la
escuela es porque hay un Estado atrás”.
Oliva toma la
provocación de Milei: “Si eliminás la obligatoriedad no hay más chicos en las
escuelas”, le replica. “Una de las funciones principales del Estado es
garantizar que la educación se cumpla, para eso necesitas de su poder
coercitivo, que en este caso para mi es un poder utilizado para armonizar, en
función de poner a todos los jóvenes en la vida escolar, que es la única carga
que tiene un joven, la de ir a estudiar y disfrutar de su juventud”.
(Pagina 12)