En el marco de la Ley Bases y reforma fiscal, Diputados aprobó la eliminación de la categoría de monotributo social. La ventana de los 90 días. Quiénes son los perjudicados.
La media sanción de la Ley Bases y el paquete fiscal hirió de muerte al
monotributo social, una posibilidad de estar incluidos en el sistema económico
que hasta ahora tienen más de 1,2 millones de personas del sector más
desfavorecido de la sociedad. Borrar de la escala al monotributo social
significaría la eliminación de una opción de acceso a la formalidad de la que
disponen personas con muy bajos ingresos, que trabajan por su cuenta, que cada
tanto necesitan emitir una factura pero que no podrían afrontar los costos de
permanecer en la categoría A, que es la última. Si esa figura impositiva
desaparece, un monotributista social pasaría a pagar un aumento de más del 700
por ciento: de unos 3200 pesos se iría a poco más de 26.000. Lo que implicaría
dejarlo llanamente fuera del sistema. El costo presupuestario para las arcas
estatales es poco significativo, advierten los expertos: se trata, nuevamente,
de una decisión ideológica del gobierno libertario que golpea ferozmente el
bolsillo de los más humildes.
“La eliminación del monotributo social que propone Milei es tocarle el
bolsillo a los más pobres de toda pobreza”. La frase del diputado del Frente
Patria Grande Itai Hagman en medio del debate que llevó a la media sanción en
la Cámara de Diputados de la Ley Bases y el paquete fiscal sintetizó lo que
ocurrirá si se barre con la categoría de monotributo social. Tras lograr
introducir la discusión por este tema esta semana en Diputados, Unión por la
Patria, junto al Frente de Izquierda, una parte del radicalismo y de Hacemos
Coalición Federal, obtuvieron una única modificación del texto que aplaza la
desaparición del monotributo social por los próximos tres meses, y abre una
discusión sobre cómo reemplazarlo. Un universo de más de un millón doscientas
mil personas --617.626 titulares, más 585.415 adherentes--, pasarían a estar,
directamente, afuera del sistema.
Uno de los eslabones más débiles se caería del sistema: se quedaría sin
obra social (recargando, además, al ya golpeado sistema público) y sin otros apoyos
como la Tarjeta Alimentar, descuentos de la tarjeta SUBE, etc.
Si la figura desaparece, un monotributista social sin adherentes pasaría de
pagar 3.228,63 pesos a un nuevo monto de 26.600. Lo cual implica un aumento de
más del 700%. Un monotributista social con dos adherentes pasaría de pagar
9.684 pesos a 54.200 (un aumento de 460%). “Cabe recordar que se trata de
trabajadores con ingresos mensuales que se encuentran por debajo de la línea de
pobreza y a lo mejor no superan los $200.000”, advierte ante la consulta de
Página12 Matías Wasserman, economista y miembro del Observatorio de Coyuntura
Económica y Políticas Públicas.
Más informales
“La eliminación sigue figurando en el texto pero se agrega que la
implementación se hará a partir de los 90 días. Espero que en ese tiempo, y
vamos a trabajar para eso, tengamos una ley que lo reemplace. Se necesita una
categoría por debajo de la A. Si al Gobierno no le gusta el monotributo social,
habrá que generar otra figura que cumpla esa función. Esto no tiene un impacto
presupuestario considerable. Entonces queda en evidencia que el gobierno lo
hace por una cuestión ideológica”, le dijo a este diario el diputado de Unión
por la Patria Daniel Arroyo sobre la modificación que se consiguió en el debate
en comisiones.
Para Arroyo, perder la categoría de monotributo social tendría tres
consecuencias graves. La primera: llevaría a un aumento de la informalidad.
“Porque se trata del primer escalón a la formalidad para personas que facturan
cada tanto. Son personas que hacen changas, un cartonero, alguien que realiza
artesanías, o que elabora algún tipo de alimentos y cada tanto se los vende a
un comercio. Es una persona que no está en condiciones de pasarse a la
categoría A y empezar a para 26 mil pesos por mes. No se van a cambiar, se van
a ir”.
La segunda: las personas que están dentro del monotributo social además de
anotarse para poder facturar lo hacen para acceder a una Obra Social. Entonces,
dice Arroyo “eliminarla es dejar fuera del sistema de cobertura a gente que
trabaja y vive de su trabajo”.
La tercera es terminar con el efecto promocional. En general, “la persona
se anota, el monotributo social le funciona por unos años, empieza a
organizarse, empieza a facturar más y sube de categoría. Tiene la función de
poder darle aire al que arranca. Son regímenes que existen en cualquier país
del mundo con ese fin”, dice el diputado.
Los que no se ven
El monotributo social permite formalizar tipos de trabajo que
históricamente estuvieron invisiblizados. Posibilita tener aportes, acceder a
microcréditos y programas de apoyo a pequeños emprendedores a sectores que sin
él jamás hubieran ni siquiera soñado con derechos económicos básicos.
Se trata en gran parte de mujeres y jóvenes de los sectores populares.
Según el informe de 2023 del ReNaTep, de las más de tres millones y medio de
personas que están inscriptas en el Registro Nacional de Trabajadores y
Trabajadoras la Economía Popular, el 38 por ciento tienen entre 25 y 35 años.
Luna Garat Ramos (23) es una de ellas. Es estudiante y usa el monotributo
social porque hace trabajos de servicio de enseñanza y cree que sería --tanto
para ella como para cualquier trabajador inscripto dentro de la economía
popular o en una cooperativa-- imposible acceder de otro modo a aportes
jubilatorios y obra social.
“El monotributo social, además de los derechos laborales que asegura,
también posibilita algunos beneficios en cuanto a servicios, también descuentos
en el transporte, algunas tarifas subsidiadas. La mayoría de nosotros solemos
trabajar desde nuestras casas o tener otros tipos de trabajo que por diversos
motivos no implican una relación de dependencia. Sería un retroceso muy grande,
sobre todo en este contexto en el que los precios de todo suben
abrumadoramente”, dice Garat Ramos.
Una oportunidad
Esta semana el Gobierno alcanzó dos metas en la Cámara Baja: aprobó
holgadamente la ley Bases y la reforma fiscal. En ese marco, obtuvo 146 votos
afirmativos, 100 negativos y 1 abstención el Régimen Simplificado para Pequeños
Contribuyentes, que incluía modificaciones al monotributo. "Se está por
cometer una injusticia muy grande y creo que estamos a tiempo de evitarla. Si
se elimina el monotributo social, como está planteado en este título, el
régimen de monotributo social, más de 1.200.000 personas quedan automáticamente
en la informalidad", advirtió Hagman en el debate.
Tras un cuarto intermedio, se acordó postergar por 90 días la eliminación
del monotributo social para que en ese plazo el Gobierno y la oposición
negocien una alternativa para incorporar una categoría inferior a la “A” en el
régimen simplificado. En esos 90 días, dice Arroyo, “vamos a trabajar, y
esperemos que todos lo hagan en serio y rápidamente, para que haya una
categoría por debajo de la A y se entienda el problema de las personas que
hacen changas y la llevan como pueden y necesitan tener obra social y su
facturación".
Bet Hernández está inscripta en el monotributo social desde 2011. Es
artista circense y trabaja en eventos familiares, cumpleaños, bautismos. Y a
ese tipo de servicios en general los hace en negro “porque si tenés que sumar
el costo de impuestos, se encarece mucho y se vuelve difícil de pagar para las
personas que en general nos contratan, que son de clase media y clase media
baja. Usamos el monotributo social cuando nos contratan de alguna escuela, un
municipio, un sindicato, cuando podemos cobrar un poco más por el show de
circo. Son realmente pocas veces al año las que necesitamos poder facturar”.
Bet tiene una hija de seis años. Y el Estado está bastante presente en la
vida de ambas, o por lo menos hasta hace no tanto lo estaba: recibe la
Asignación Universal por Hijo, la tarjeta Alimentar, y tiene subsidios en la
factura de luz y en la SUBE. Si tuviera que trasladarse a la categoría A del
monotributo, además de no poder pagarlo, también perdería todos esos apoyos
indirectos y la obra social. “En el caso de que eliminen en monotributo social,
perdería mucho, tendría que además pagar ingresos brutos y a un contador.
Imposible para mí. No me quedaría otra opción que la de darme de baja”.
Según los cálculos del economista Matías Wasserman, de aprobarse el título
VI del proyecto de “Medidas Fiscales Paliativas y Relevantes” tal como fue
enviado por el Poder Ejecutivo, “617.626 titulares serían excluidos de la
exención del componente impositivo y de sus aportes previsionales y junto a los
585.415 adherentes (hijos y cónyuges) serían apartados de su obra social, que
hoy abonan a un 50%”.
Se trata de uno de los sectores más vulnerables del mundo del trabajo, que
ha podido alcanzar un grado mínimo de formalidad. A ellos esta reforma los
expulsaría nuevamente a la intemperie absoluta.
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