El Tribunal Oral Federal (TOF) 2 dio a conocer la sentencia al falso abogado por su intento de extorsionar al empresario Gabriel Traficante. En su alegato al final en el juicio, el acusado se victimizó y ratificó sus vínculos con el gobierno de Mauricio Macri, especialmente con Patricia Bullrich, al quejarse de que lo dejaron solo.
El falso abogado
Marcelo D'Alessio fue condenado a cuatro años de prisión por el intento de
extorsión al empresario aduanero Gabriel Traficante, con la colaboración de un
fiscal federal, Juan Ignacio Bidone, que recibió una pena de tres años y ocho
meses de cárcel, y de dos exespías de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI),
Rolando Barreiro y Claudio Alvarez, sentenciados a dos años en suspenso. Los
hechos analizados por el Tribunal Oral Federal 2 (TOF 2) ocurrieron entre
noviembre y diciembre de 2016, en pleno gobierno de Mauricio Macri. Son una
primera pequeña muestra de un entramado y una operatoria que mostró sus enormes
alcances en otra investigación judicial que aún no llegó a juicio oral, pero
que comenzó a esclarecer el juez Alejo Ramos Padilla cuando estuvo a cargo del
Juzgado Federal de Dolores y describió una organización paraestatal donde
confluían maniobras de espionaje, extorsivas y de armado de causas. Cuando le
tocó decir sus últimas palabras antes del veredicto, D'Alessio no hizo más que
ratificar sus vínculos con el macrismo al quejarse de que lo dejaron solo.
"Más me dolió la canallada de quienes salieron corriendo en estado de
pánico a usar los medios diciendo que era un loquito o fabulador y hasta
llegaron a sostener que dialogaba sobre narcotráfico o la homologación de tal o
cual calibre de proyectiles sónicos con un nietito”, dijo en alusión a la
explicación que dio la exministra de Seguridad Patricia Bullrich cuando
salieron a la luz sus llamadas con él y, para justificarlas, sostuvo que era un
celular que le había dado a su nieto para jugar. "Loquito y
fabulador" fue la forma de describirlo que usó el fiscal Carlos Stornelli
para despegarse de él.
D'Alessio solía
jactarse de sus vínculos con dirigentes políticos, funcionarios/as, miembros
del Poder Judicial, fiscales, espías y con periodistas que, en muchos casos,
eran reales. Los usaba para incidir en causas judiciales, ofrecer desligar a
alguien de alguna investigación y/o que lo traten bien los medios y a veces
utilizaba esas relaciones sólo para asustar, generar algún peligro hipotético y
pedir dinero a cambio, según se vio en la acusación del caso de Traficante y
también en la causa de Dolores, donde el empresario Pedro Etchebest denunció
que le pedía dinero para evitar que quedara implicado en el caso de los
cuadernos.
La denuncia de
Traficante en particular está ligada a la causa conocida como la de la
"mafia de los contendedores": el empresario no estaba ni estuvo
imputado pero D'Alessio intentó sembrarle ese temor. Se conocían del country
Saint Thomas y el falso abogado lo convocó a su casa a través de un conocido.
Le dijo que sabía que iba a estar complicado en ese expediente (donde lo único
que había pasado era que alguien había mencionado su nombre), igual que su
familia. Le pidió primero 90 mil dólares para borrar supuestas pruebas y con el
correr de los días y las conversaciones llegó a intentar sacarle 600 mil. En el
ínterin, el periodista Daniel Santoro publicaba notas que decían, por ejemplo,
"investigan si un millonario (Traficante) es jefe de la banda del cuñado
de De Vido".
Traficante hizo
la denuncia en diciembre de 2016, pero la investigación recién se activó cuando
comenzó a crecer la causa que estaba a cargo de Ramos Padilla en 2109, donde se
llegaron a detectar más de 70 operaciones de todo tipo, por algunas de las
cuales terminaron procesados Stornelli, otros agentes de inteligencia y también
Santoro, entre otros. D'Alessio lleva dos años y medio detenido. En el caso
Traficante, la Cámara Federal revocó el procesamiento del periodista, pero
sigue bajo investigación.
Cuando D'Alessio
habló ante el TOF 2 desde una sala del penal de Ezeiza, con un buzo azul
eléctrico y anteojos pequeños de marco oscuro, confirmó sus lazos con el poder
político macrista, pero lo hizo para quejarse de que lo abandonaron. "De
los 50 amigos y 500 conocidos quedaron tan pocos que los puedo contar con la
mano, es un duro aprendizaje”, se lamentó. Aseguró que capacitó
"gratuitamente" "sobre narcotráfico" a "diputados y
diputadas, ministros y ministras, a senadores y a personas de la Agencia
Federal de Inteligencia y periodistas, entre otros". Dijo que fue el
creador "del índice Big Mac dela cocaína que se usa en el área de Drogas
de Naciones Unidas" y que sus "presentaciones contenían información
que incomodaron a funcionarios que lejos de judicializar el material que
desarrollaba optaron por silenciarme tendiéndome una trampa”.
Algunos de sus
vínculos más conocidos eran con Paula Oliveto, también con Elisa Carrió --quien
incluso se ocupó de motorizar una causa a modo de contraofensiva de la que
tramitaba en Dolores-- y con la ex ministra Bullrich, con quien se registran
chats donde se advierte una relación de confianza y D'Alessio le ofrece
material. "Seguramente ustedes me conocieron por los medios antes de
conocerme, como agente anti K, un operador judicial o un espía de potencias
antimperialistas", dijo para alegar que estaba condenado de antemano,
"que la condena mediática parece superar el estado de inocencia".
"Si existe la grieta, me dejaron bien en el medio", acotó. También
dijo que fue "torturado" por los dos jueces que tuvieron a cargo
causas en su contra, Ramos Padilla en Dolores y Luis Rodríguez el caso
Traficante, porque dispusieron que estuviera "aislado durante las 24 horas
(...) lo mejor hubiera sido que me suicidara", se victimizó.
El fiscal
(suspendido) de Mercedes Juan Ignacio Bidone tuvo un papel relevante en los
aportes a la extorsión a Traficante, según mostró el fiscal Diego Luciani a lo
largo del juicio. Le proporcionó a D'Alessio datos sobre movimientos
migratorios y cruces de llamados telefónicos, a los que podía acceder a través
de su fiscalía. El falso abogado los usó para asustar al empresario y pedirle
plata.
D'Alessio y
Bidone se habían conocido en el contexto de la causa del Triple Crimen de
General Rodríguez, ligado al tráfico de efedrina. El fiscal dijo que lo creía
un agente de la AFI y que intercambiaban información, pero reconoció en el
juicio que nunca corroboró de quién se trataba. En la ampliación de su
indagatoria había contado también que fue D'Alessio quien le pasó el número de
celular de Bullrich en su momento. Argumentó que él quería seguir investigando
ese caso, que había pasado a manos de la jueza María Servini y que "hubo
una cuota de ego, de seguir investigando cuando desde la formalidad ya no debía
hacerlo". De hecho, para ese entonces ya no estaba a cargo del caso.
Volvió a decir que fue "imprudente".
"Nunca quise
intervenir en un delito de extorsión ni obtener dinero de nadie", se
defendió Bidone. "¿Dónde está la certeza de que yo sabía lo que hacía
D’Alessio", inquirió a los jueces. "Quiero pedirles encarecidamente
dos cosas --agregó--: que como hombres de derecho no tomen a la ligera la
decisión que están a punto de tomar (...) más allá de ser fiscal soy un hombre
de familia y que ha tenido que sufrir el escarnio publico y mediático por tres
años, jamás pensé encontrarme en una situación como ésta". Señaló que la
acusación le parecía "desproporcionada".
En la causa que
tramita en Dolores, el grupo de Bidone, D'Alessio y los espías aparece, de
hecho, involucrado en una operación particular relacionada con al Triple
Crimen: "D’Alessio presentó informes de inteligencia que fueron
incorporados en un legajo reservado que poseía el fiscal Bidone. Esos informes
apuntaron explícitamente a involucrar al ex jefe de Gabinete Aníbal Fernández
en la causa del Triple Crimen, así como a probar que ex agentes de la AFI habían
intentado encubrir el tráfico de efedrina y otros crímenes vinculados",
describió Ramos Padilla. Para realizar "el ciclo de inteligencia
ilegal", decía el juez, la organización se valía también de la
participación de los mismos espías condenados: Barreiro y Alvarez, "cuyo
aporte resultó esencial" en toda la operación contra Traficante.
Ellos también
hablaron ante el tribunal. Barreiro, le dedicó un párrafo a D'Alessio: "le
quiero decir 'quédate tranquilo que todo pasa y todo llega'". En cuanto a
él mismo, dijo: "No me puedo arrepentir de algo que no hice". Alvarez
sostuvo: "Se habló de narcotráfico, de direcciones, de teléfonos, de
juzgados. Yo no tengo nada que ver". Dijo que le entregó listados con
información a Bidone porque confiaba en él como fiscal. "A mí me echaron
como un perro por todo esto y me sometí a la máquina de la verdad (en la AFI).
Nunca pensé que iba a llegar a juicio oral", protestó.
El fiscal Luciani
había pedido cinco años de prisión para D'Alessio, cuatro años y ocho meses
para Bidone, para Barreiro cuatro años y seis meses mientras que para Álvarez
pidió tres años y nueve meses de cárcel. La sentencia del TOF 2, que integran
los jueces Jorge Gorini, Rodrigo Gimenez Uriburu y Enrique Mendez Signori, fue
unánime. Los espías fueron los más beneficiados, con penas en suspenso.
Lo que D'Alessio
mencionó sobre lo que consideraba "su trabajo" no es nuevo. Poco
antes de su detención había dicho: "Yo investigo, mi trabajo es… a ver, mi
pasión es investigar (...) pero sí, no sólo investigo, hay cosas que las
trabajo y se las doy a los periodistas y hay cosas que aporto a los
juzgados". Pero hubo algo novedoso: la advertencia a quienes estarían en
la misma organización o hasta ahora salpicados por ella, sobre los que por el momento nunca dio precisiones
a la Justicia. Esta sentencia podría ser la antesala de la causa que tramita en
Dolores que, además de mostrar la misma operatoria multiplicada, aportaría
claridad sobre casos donde habría participado D'Alessio con grandes
implicancias políticas.
(Pagina 12)