En el conurbano bonaerense un 27,6% de las familias tuvieron dificultades para comprar alimentos. En el resto urbano del país, el 21,4%.
El Observatorio de la Deuda Social de la UCA reveló que el 22% de los hogares urbanos se encuentra en situación de inseguridad alimentaria. De ese dato se desprende que 2 de cada 10 hogares urbanos registraron inseguridad alimentaria durante el segundo semestre de 2020. De manera más grave, el 8,8% sufrió situaciones de hambre (inseguridad alimentaria severa).
Pero la cifra recrudece en hogares del nivel socioeconómico más bajo ascendiendo a 57%, que implica una incidencia casi 3 veces mayor que para el total de los hogares urbanos.
En la Caba, la ciudad más rica del país, el problema no dejó de ser importante: 7,5% de los hogares experimentaron riesgo alimentario. Sin embargo, el problema se hizo más grave en el Conurbano bonaerense: 27,6%. A la vez que, en el resto urbano del país, la inseguridad alimentaria afectó al 21,4% de los hogares.
“En contextos altamente inflacionarios, la mayor proporción de gastos alimenticios implica una mayor dificultad para poder alcanzar el consumo adecuado de alimentos. Esta disminución de la capacidad de acceder a los alimentos se traduce en situaciones de inseguridad alimentaria.
Se utilizaron las medidas de inseguridad alimentaria severa (IAS), inseguridad alimentaria moderada (IAM) e inseguridad alimentaria total (IAT), junto con variables indicadoras de frecuencia y calidad de los alimentos comprados, con el objetivo de poder realizar una caracterización y diferenciación de los hogares con relación a sus prácticas de consumo y situación alimentaria”, explicó Agustín Salvia, titular del Observatorio y coordinador del estudio.
“En un contexto caracterizado por una tasa de 22,1% de inseguridad alimentaria total entre los hogares urbanos de Argentina, se informa que la mayor probabilidad de sufrir dichas situaciones está asociada a los hogares en condiciones de pobreza. Efectos similares se replican entre los hogares de menor nivel socioeconómico”.
El documento establece que los efectos adversos de la inseguridad alimentaria tienen una mayor incidencia en los hogares con niños, llegando a ser más del doble en los mismos, y reflejando mayores vulnerabilidades por parte de estos. Mientras que en la población general la pobreza en la segunda parte del año 2020 fue de 44,7%; en el caso de los niños/as y adolescentes este indicador alcanzó al 64,6% de los mismos. Las vulnerabilidades asociadas a la presencia de niños en el hogar se reflejan en la mayor propensión hacia la inseguridad alimentaria por parte de estos. Mientras que el 30% de los hogares con niños del total urbano de Argentina sufren de inseguridad alimentaria, dicha situación alcanza al 14% de los hogares sin niños.
Esta situación se relaciona con las prácticas de consumo. Según el informe, el 32,5% de los hogares urbanos del país se caracterizan por compras semanales, mientras que el 28,9% realiza compras con una frecuencia quincenal o mensual. El restante 38,6% de los hogares urbanos realizan compras de más alta frecuencia, estas pueden ser diarias o cada 2 o 3 días, lo que constituye un indicador de dificultad de planificación del consumo.
(Norte)