CULTURALES | Mateo Sujatovich, el heredero del rock local que, con el corazón roto, se decidió a dar el gran paso

Con su disco anterior tuvo un hit, “Cabildo y Juramento”, como hacía rato que un artista nuevo no tenía en el rock local; solista, elogiado por Fito Páez e hijo de un ex pianista de Luis Alberto Spinetta, se esconde detás del nombre de banda, Conociendo Rusia, con el que está provocando una pequeña gran revolución en la escena.


Suena a paradoja. En tiempos donde la industria musical pareciera decir que triunfar en el mainstream para una generación entera solo es posible si se adapta a lo que proponen los ritmos urbanos, es un “ruso” quien se abraza fuerte al rock nacional tradicional y se dispone a tomar la posta. A través de Conociendo Rusia, su proyecto solista con nombre de banda, Mateo Sujatovich se instala en la escena como el “embajador” o el “heredero” de un estilo que atravesó a la cultura argentina.

Pero el hijo del ex Spinetta Jade Leo Sujatovich le escapa a los rótulos. Según dice al conversar con LA NACION, son las propias canciones las que le marcan el rumbo, y esa fue la razón por la que decidió titular La dirección a su nuevo álbum, que sale este viernes y que tiene su presentación en el Teatro Gran Rex en unos días: 23, 24, 25 y 28 de noviembre.

“Mi camino siempre está marcado por las canciones que escribo. Ellas me cuentan a dónde estoy yendo, sin querer queriendo. Voy sin querer queriendo”, explica el cantante al presentar el disco. Y remata: “Todos tenemos un rumbo con un signo de pregunta por delante”.

El primer tema que se escucha es “Disfraz” y ese concepto resuena con la doble identidad de este artista, que es “El Ruso” y es Mateo.


-Decidiste llamar a tu proyecto solista “Conociendo Rusia”, lo cual pareciera ser una invitación a conocerte, ¿qué quisieras que descubramos con este nuevo disco?

-Me sirve para que me conozcan, pero también para conocerme, porque es un gran modo de crecer y avanzar en la vida. Es como un juego que me ayuda a seguir viendo dónde estoy parado, para dónde voy, qué quiero hacer y cuándo quiero dar un volantazo. Eso también me lo dicen las canciones.

-¿Cómo convive en vos la demanda de la industria hacia lo urbano con tu deseo de serte fiel?

-Yo tengo la suerte de estar muy alejado de lo que hoy exige la industria, si es que lo exige, porque mi música es muy distinta a lo que hoy es considerado como el mainstream más fuerte. Mi diferencial es no participar de eso. Entonces, lo mejor que puedo hacer, y la mejor estrategia, es seguir afianzando la singularidad de lo que hago, que es mi mayor virtud.

La dirección es el tercer disco de Mateo Sujatovich. El primero, Conociendo Rusia, de alguna forma fue su carta de presentación. Luego, en Cabildo y Juramento subió la apuesta con canciones más autorreferenciales, aunque jugando con el universo de lo ficticio (una característica de sus composiciones). Ahora llega La dirección y el título del álbum también pareciera ser un juego de palabras que conecta con la mítica esquina de Belgrano. Este tercer proyecto aparece como un disco vincular, donde el músico le canta a sus amores: algo de romance (en ”Vos y yo”, una mezcla de rock ‘n’ roll y blues), amistad (en “Los amigos” y “Mi casa, tu Casa”) y sus raíces musicales (que se sienten fuerte en “No aguanto más”, un homenaje a Los Rodríguez).

“Son viejos amores que hoy fui a buscar”, afirma el músico, y profundiza: “Quizás cuando grabé el primero o el segundo disco estaban menos presentes, pero son mis primeros amores con la música: el rock más clásico, el blues, canciones más de banda y no tan solistas... canciones rockeras argentinas”.


-Hablando del concepto de banda en comparación al de solista, arrancaste tu carrera como guitarrista, en un rol de acompañamiento, pero hubo un “algo” que te llevó a ponerte al frente, ¿qué fue?

-La vida me cambió cuando me separé de un gran amor de muchos años. Estaba muy desmotivado porque trabajaba como músico y tenía una pulsión artística muy fuerte, pero estaba poco desarrollada a nivel personal. Con el viejo hacíamos de todo, y había compuesto y producido un montón de cosas para otros, pero tenía una cuota muy pendiente con la música que a mí se me podía ocurrir.

-Dijiste “trabajaba de músico”. ¿Y ahora?

-Siempre fui músico y también trabajo de músico. Uno puedo ser algo y no trabajar de ese “algo”. La música, a su vez, es mucho más que un trabajo; es una pasión, un sentir, es todo. Antes trabajaba de músico, pero ahora trabajo de mi música y de lo que tiene que ver conmigo.

-¿Cómo fue, entonces, ese momento en el que te lanzaste a hacerlo?

-Tenía el corazón roto y sentía que no tenía nada que perder, porque mi vida estaba entre triste y aburrida. Era el momento de hacer un cambio y ver qué pasaba. Cuando estás tan abajo y sentís que tu vida tiene otro sentido porque te la pensabas con alguien, de repente, a la gente que está en pareja la ves distinta y a vos te pensás solo. Te vas a tu casa solo y no hay ningún mensaje. ¡Qué difícil! En el momento en que caí, dije: “Me la juego toda”, y fue una gran decisión.

-Si tomamos que Cabildo y Juramento es un punto de encuentro, en cierta forma ese disco también está marcado por lo vincular, ¿cómo te llevás con la soledad?

-Le escapo (pausa). Le escapo, pero la adoro. Los momentos creativos más fuertes donde me encuentro haciendo canciones son en soledad, pero a la vez es difícil elegir estar solo, más que nada teniendo tantos amigos y afectos, y viviendo en una ciudad tan social. Yo creo que mi mejor modo de estar solo es cuando lo elijo: cuando quiero estar en mi casa, en mi hábitat.

Desde que nació, su “hábitat” está marcado por la música. Más precisamente, por el teclado. Su abuela, Pichona, le enseñó a tocar el piano al mismísimo Charly García. Su padre, Leo Sujatovich, es pianista, compositor y productor musical, y formó parte de Spinetta Jade, entre 1981 y 1984, con lo cual fue impulsor y testigo de la magia del Flaco Spinetta. Su hermana, Luna, es una de las Brillantes que acompaña, desde ese instrumento y también como vocalista, a Coti Sorokin.

Mateo -que recientemente sacó una versión de “Tiempo sin sueños” junto a David Lebón para la segunda parte de Lebón & Co- es quizás el más guitarrista de la familia. Sin embargo, él también arrancó tras las teclas; en su caso, al ritmo de Fito Páez y su icónico “Mariposa Tecknicolor”, cuando tenía tan solo 6 años y comenzaba con sus primeras clases de piano. Esa vivencia, junto al cantante con quien dos décadas después hizo “Tu encanto”, fue la antesala de su primer concierto: a los 7 le pidió a su papá que lo lleve a ver a Fito al Gran Rex: el mismo teatro donde próximamente se vivirá “una despedida de Cabildo y Juramento y una bienvenida de La dirección”. Al respecto, aclara que no vive esos shows como una “revancha” por las fechas canceladas por la pandemia de coronavirus: “Me siento muy en la primera vez. Cero tironeado”.

-¿Cuánto tomaste dimensión de la familia que tenés?

-De muy chico. Me pasaba que algunas personas se enteraban de mi apellido y se les cambiaba la cara, y también de ir a algunas muestras de piano de mi abuela y que venga Charly. Era como: “wow, esta gente es importante”. Después, con el tiempo, pude compartir cosas con mi viejo y verlo en lo de Luis [Alberto Spinetta], ya de grandes igual porque, desde que yo nací hasta Spinetta y las Bandas Eternas, prácticamente no se habían visto. Yo lo veía mucho a Luis e iba a sus shows porque éramos muy pegados con Vera [Spinetta]. Todos los colegas que me encuentro me hablan bien de mi papá o de mi abuela, y eso siempre va a ser una sorpresa.

-¿En qué momento empezaste a soñar con ser parte de ese mundo de artistas?

-Tuve mis bandas de chico (como Detonantes, su primera banda de rock, a los 17), pero hasta que no empecé con Conociendo Rusia era todo bastante alejado. Hice el primer disco y las cosas empezaron a pasar sin ninguna jugada demasiado marketinera. Lo saqué solo, prácticamente sin ningún tipo de ayuda de sellos o campañas. Fue todo muy sorpresivo y, a medida que fue pasando el tiempo, empecé a sentir que vivía de esto.

-¿Y qué hay en tu música del legado de tu papá y de tu abuela?

-No lo sé bien, pero aprendí mucho de ambos.

Mateo frena y señala el sillón en donde transcurre la entrevista. “Me dormí mil siestas en ese sillón escuchando a mi viejo componer, hacer arreglos de cuerdas, escribir o tocar el piano arriba de discos. Aprendí mucho escuchándolo, viéndolo hacer y viendo su ‘borro todo y empiezo de nuevo’. Yo, en cambio, no borraba nada porque ya me atesoraba de las primeras ideas, pero él seguía buscando una mejor. También aprendí de ver su contacto con la música, la alegría que le generaba y cómo se le cambiaba el humor por haber hecho algo que le gustaba. Y sí, claro, una idea te puede cambiar el día”.

De alguna manera, descubrió Spinetta Jade viajando en auto por España, cuando emigró a ese país con su familia en 2003 para instalarse un tiempo en Madrid y soñar con jugar en el Real. El desarraigo fue imposible. Desde el viejo continente, el Ruso se conectó aún más con la música argentina.

-Ese viaje podría haber cambiado la historia, ¿alguna vez te pusiste a pensar qué hubiera pasado si no dejabas el Real Madrid y le dabas rienda al Mateo futbolista?

(Se ríe) -No, no me fichaban ni ahí. No me agarraban.

-Pero la prueba la habías pasado…

-Había jugado un poco, pero no se me iba a dar. Yo tengo una personalidad mucho más creativa que competitiva, aunque soy muy competitivo, he de admitir. Me encanta la competencia para juegos y eso, pero cuando te codeás con gente competitiva real, que quiere jugar profesionalmente a un deporte, te das cuenta de que manejan otro tipo de locura. Y yo no entraba ahí.

-¿Cuál es tu tipo de locura?

-Yo estoy viendo cuál es la próxima canción, escuchando música y estoy perdido en eso, en los ritmos, acordes y melodías.

-En La dirección incluiste “No aguanto más”, una canción a la que definís como una “rodrigueada”. Si el día de mañana alguien de la siguiente generación piensa en vos como una influencia y compone una canción inspirada en tu música, ¿qué parte de tu esencia te gustaría que trascienda?

-Me queda tanto por recorrer, por crecer musicalmente y por buscar cosas nuevas que siento que todavía me falta un montón de desarrollo para realmente saber qué de todo lo que hice y qué de toda mi obra quiero que se queden.

Mateo hace canciones para “marcar” su camino y porque es “su modo de vivir la vida”; pero también desliza que lo hace porque es “un compromiso”.

-¿Con vos o con quién?

-Conmigo y con otros, y me parece importante eso. Yo pude hacer mi primer disco porque me encontré con una persona que se comprometió conmigo. Para producirlo dije: “Me voy a juntar con alguien porque solo puedo grabar, pero me voy a aburrir, me van a ganar los demonios y no voy a seguir las canciones”. Fui y conseguí un productor, Nico Btesh. Que haya otro que me espere y saber que me voy a encontrar con alguien, me ayuda a seguir componiendo y a hacer música.

Mientras haya alguien del otro lado, entonces, habrá Rusia por conocer.


(La Nación)