Ante la promesa del presidente electo de un Estado corrido de la regulación, Mastellone, Unilever, Coca Cola y otros gigantes empiezan a manejar a gusto el valor en góndola.
Casi una obviedad. A pocas horas de la elección que consagró como
presidente de la Nación a Javier Milei, su mensaje de liberalización de los
precios de la economía y el rol secundario que el Estado tendrá en la
administración del conflicto de precios y salarios desató un aumento
generalizado en el valor de los alimentos. Según datos del mercado a los que
accedió Página I12, los fabricantes de canasta básica les enviaron a los
grandes supermercados listados con aumentos de precios de hasta el 50 por ciento.
"Es un gobierno saliente, no podemos negociar con ellos",
arriesgó ante la consulta de este medio un dirigente de una de las firmas, que
ya huele cambio de clima. Algo parecido pasó en la negociación de acuerdos de
precios de los medicamentos, en la que los laboratorios esperan que Milei
libere totalmente los valores. Toda esta rebelión empresaria para esperar la
liberalización total de precios que ofrece Milei tendrá, estiman, un impacto
brutal en la situación de los precios hacia fin de año. En la Secretaría de
Comercio, de hecho, hubo empresas que admitieron que "estamos pactando
precios a valor dólar futuro".
De todos modos, en este escenario, el ministro de Economía, Sergio Massa,
le ordenó a su tropa reuniones urgentes con los formadores de precios para
frenar las subas desmedidas y negociar la transición. La frase que utilizó,
según cuentan en su entorno, es que "si Milei quiere liberar todos los
precios, que lo haga después del 10 de diciembre, porque eso daña a la
gente".
En principio, en esa sintonía, hubo ya un encuentro con grandes
supermercados para evitar el impacto de las alzas hasta el 10 de diciembre,
tratando de dar subas menores. Tampoco ayuda que el presidente electo no tenga,
según los empresarios, un ministro de Economía designado ni un referente en
materia de precios.
Los pícaros, con vía libre
Fuentes del mercado precisaron a este diario que los gigantes del consumo
masivo tuvieron aumentos de entre 10 y 50 por ciento. Los nombres son los
siguientes: Mastellone, la firma que produce la leche La Serenísima, avisó que
subirá sus precios un 50 por ciento, lo mismo que la fabricante de higiene
personal Colgate. La multinacional Unilever, que produce limpieza y alimentos,
pasó aumentos del 40 por ciento, mientras que Arcor envió mensajes con hasta un
35 por ciento de incremento. Procter and Gamble subió un 30 por ciento, mismo
márgen que la estadounidense Mondelez. Mientras que Coca Cola pasó un listado
con subas de hasta el 35 por ciento.
La razón que les han dado las firmas a los supermercados es que se aproxima
el fin de los acuerdos de precios, porque Milei, el presidente electo, ya avisó
que ese sistema no rige más. Esos acuerdos no sólo incluyen Precios Justos,
sino convenios de congelamiento y subas paulatinas en otros rubros, como
combustibles, carnes, verduras y medicamentos.
Por el lado de los fabricantes de alimentos nucleados en la Coordinadora de
Productores de Alimentos (Copal), otra de las razones es que la liberalización
de precios que habilita Milei les permitirá compensar, de una vez por todas,
los márgenes de ganancias que estaban resignando por sostener un precio mucho
más bajo en los hipermercados que en los locales barriales y almacenes. En
paralelo, muchos entienden que se viene un dólar mucho más caro y están subiendo
precios y cortando entregas.
Las negociaciones y los acuerdos de paz
De todos modos, a pesar del mensaje de los aumentos, la Secretaría de
Comercio inició una especie de transición de precios con la que busca aplacar
los ánimos hasta que asuma Milei. Fuentes oficiales confiaron a este diario que
en las últimas horas recibieron a empresarios de la Asociación de Supermercados
Unidos (ASU), a fabricantes de alimentos y a otros sectores que integran
Precios Justos, como indumentaria, calzado, linea blanca y textiles.
El asunto es que el acuerdo de Justos vencen en noviembre y las empresas no
quieren extenderlo porque esperan precios libres. En ese escenario, el
secretario Matías Tombolini pidió arreglar, sin firmar un nuevo acuerdo, un
aumento autorizado del 5 por ciento a percibirse ahora y un 8 por ciento de
aumento desde el 4 de diciembre.
Las empresas, en principio, quedaron en pensarlo. Al Gobierno, además, le
preocupa el tema del abastecimiento, porque el no tener un precio que quieren
está derivando que se guarden la mercadería hasta el período en el que el
presidente electo libere los valores generales de los alimentos.
(Pagina 12)